Tesis escritas por un estudiante universitario que tiene un compañero alcohólico

«’No quiero beber contigo en la escuela, pero te acompaño a la licorería’: sobre la experiencia de cursar estudios universitarios con un compañero alcohólico»

«A mi compañero de clases no le afectan las crudas: una revisión de la literatura»

«’Le digo que tengo una junta con mi asesora de tesis’: un meta-análisis de técnicas efectivas para librarte de un compañero borracho impertinente»

«’Expandiendo la noción de génesis instrumental’: mostrando a tu compañero alcohólico que una cerveza también se puede destapar con una hoja de papel doblada»

«’Lo observo en silencio y guardo mi distancia’: procedimientos para evitar que la vomitada de un compañero borracho te salpique»

«’Te pago el taxi y te acompaño a tu casa’: métodos para apoyar a un compañero que está extremadamente borracho»

«Etnografía del alcoholismo universitario: ¿puedo también aprobar el examen de matemáticas estando borracho?»

«’No le digas a tu novia que yo invité la primera ronda’: implicaciones éticas de invitar a tu compañero alcohólico a beber»

«’Las chicas también orinan en la vía pública’: retando los estereotipos de género del alcoholismo universitario»

«Semiótica de la borrachera: un análisis lingüístico de la plática de tu compañero cuando se le traba la lengua de borracho»

Veinte años publicando

Este 2023 cumplo 20 años publicando escritos académicos, prácticamente todos ellos en el área de la educación matemática. Mi primer escrito es un documento de cinco páginas escrito en coautoría con algunos de mis otrora compañeros de la maestría en matemática educativa del CINVESTAV, y publicado en 2003 en el volumen 16 del Acta Latinoamericana de Matemática Educativa (ver Mejía Maldonado et al., 2003 y la imagen de inicio de esta entrada del blog).

Desde entonces y hasta ahora me ha costado trabajo escribir. Me parece retador hacerlo. Pero al mismo tiempo me parece divertido y satisfactorio. Le encuentro un encanto al reto cognitivo y laboriosidad que implica poner tus ideas por escrito, pero también encuentro fascinante las posibilidades y oportunidades que ofrecen el escribir y el publicar.

Pienso que tus publicaciones son un reflejo de etapas y momentos de tu vida personal y académica. Por ejemplo, cuando veo mi propia lista de publicaciones puedo notar momentos académicos obvios, como mi graduación de maestría o doctorado, o el inicio de mi «independencia» como escritor —es decir, la publicación de mis primeros escritos de autoría única. No obstante, también puedo notar momentos más sutiles como rupturas y establecimiento de relaciones académicas, o incluso situaciones personales que me mantuvieron alejado de la escritura académica.

He tenido la oportunidad de experimentar procesos editoriales de otra época. Por ejemplo, enviar una propuesta de artículo a una revista extranjera y recibir sus evaluaciones, ¡todo esto por correo postal! Esta experiencia de dos décadas publicando me ha permitido presenciar cambios y evoluciones a lo largo del tiempo. Dos tendencias llaman mi atención:

La primera tendencia que llama mi atención es el incremento en la presión por publicar, la cual recae en alumnos y profesores de todo el mundo. Cuando comencé a publicar hace 20 años esa presión no era tan notoria, y en algunos rincones académicos ni siquiera existía: por ejemplo, los alumnos de posgrado de educación matemática en México podían graduarse sin publicar; o se podía hacer una carrera de investigador en esta área publicando poco, en tu idioma materno, y en foros locales o regionales. Un poco antes de iniciar mis estudios de doctorado noté que la situación iba cambiando en mi propia institución de adscripción. Cuando ingresé a mis estudios de doctorado comencé a sentir personalmente esa presión por publicar: aunque institucionalmente no me exigieron publicar para graduarme, sentía la presión social tácita de mis compañeros y profesores que escribían y publicaban a la menor provocación en foros prestigiosos, y a veces muy prestigiosos. Después de graduarme del doctorado esa presión no disminuyó, sino todo lo contrario. Especialmente porque el desarrollo de mi carrera, de mi salario, y por lo tanto del bienestar de mi familia, dependía mucho de cuánto y dónde publicaba. Encuentro interesante y triste el hecho de que el incremento y evolución de esta presión por publicar haya dado lugar a toda una industria editorial depredadora, a prácticas y comportamientos no deseables entre académicos, entre otras consecuencias negativas. Además, pienso que esta presión no va a desaparecer sino aumentar en los años venideros. Parece ser que cada vez importa menos qué escribes, y lo realmente importante es dónde lo publicas.

La segunda tendencia que llama mi atención es cómo las tecnologías han modificado la escritura, evaluación, edición y administración de publicaciones académicas. Por ejemplo, recuerdo que cuando hice mi doctorado los DOI (digital object identifier) eran algo tan nuevo que tuve que explicar en mi tesis qué eran, y que el recién publicado manual APA 6 recomendaba su uso —razón por la cual yo los incorporaba en mi tesis. Este identificador alfanumérico cambió la manera en que registramos nuestras obras y rastreamos su impacto en citas. En el caso del trabajo de administración y edición de artículos, herramientas como OJS, Editorial Manager o ConfTool cambiaron profundamente la manera en que los editores de revistas y organizadores de congresos administran las contribuciones que reciben. Estas herramientas contribuyeron a organizar, simplificar, y profesionalizar el trabajo administrativo y de edición. Actualmente estoy impactado con las potencialidades que la inteligencia artificial (IA) ofrece a los escritores y editores de artículos científicos. La IA llegó para cambiar la manera en que escribimos, evaluamos, y editamos manuscritos —y probablemente a equilibrar un poco la balanza en el mundo de la publicación en inglés, particularmente para aquellos que no tenemos ese idioma como lengua materna. Estoy feliz y expectante de tener la oportunidad de vivir esta fase de la evolución tecnológica que identifico como una segunda tendencia en los últimos veinte años.

Espero con entusiasmo los próximos años de mi labor como publicador de artículos científicos. Aunque estimo que seguirá siendo cognitivamente demandante elaborarlos, me emociona pensar en todas esas ideas —propias y extrañas— con las que aún no he tropezado y que todavía no habitan mi mente, pero que seguramente germinarán en nuevos escritos. También me emociona pensar en todas esas personas con las que colaboraré, y cuyos nombres estarán asociados al mío por medio de alguna coautoría.

Mario Sánchez Aguilar

15 de mayo de 2023, Ciudad de México

Referencia

Mejía Maldonado, E. S., Molina Zavaleta, J. G., Pérez Carrizales, C. O., Romo Vázquez, A., y Sánchez Aguilar, M. (2003). La perspectiva latinoamericana de la investigación en Matemática Educativa. En J. R. Delgado (Ed.), Acta latinoamericana de matemática educativa (Volumen 16, Tomo 1, pp. 364–368). CLAME.

The inclusive turn in mathematics education research

Ya lo había notado. De hecho, como le advierto a mis estudiantes de doctorado: el campo de la investigación en educación matemática ES eurocentrista y anglocentrista.

Por ejemplo, Melissa, Alex y yo discutimos cómo este fenómeno de exclusión se refleja en los rankings de revistas de investigación en educación matemática (Andrade-Molina et al., 2020). Otras personas antes que nosotros ya habían señalado cómo el campo de la investigación en educación matemática es un lugar excluyente para ciertas minorías y comunidades de educadoras y educadores matemáticos no dominantes (e.g., Ernest, 2009; Meaney, 2013; Phakeng, 2017). Sus voces y sus ideas no son escuchadas.

Lo relevante aquí es que los investigadores en educación matemática con posiciones privilegiadas dentro de nuestra disciplina están comenzando a subrayar y articular estas prácticas de exclusión. Por ejemplo, están señalando cómo el dominio del idioma inglés como lengua franca en matemática educativa tiende a oprimir tradiciones académicas que se expresan en otros idiomas (Wagner et al., 2020), y cómo los cuerpos editoriales de revistas prestigiosas no hacen mucho por apoyar a los autores provenientes de esas tradiciones —y para quienes es más difícil publicar en esos foros (Geiger et al., 2022). Hoy justamente respondí una encuesta organizada por algunos miembros del comité editorial de la revista Journal of Mathematics Teacher Education (JMTE), que busca conocer los retos enfrentados y los apoyos requeridos por académicos de países poco representados en el campo, para poder publicar en revistas de educación matemática.

Estamos viviendo un momento histórico en el campo de la educación matemática. Algo que se podría denominar «The inclusive turn in mathematics education research».

El esfuerzo es importante y se aprecia, sin embargo hoy quiero ser pesimista: como escribí en una de mis respuestas a la encuesta de JMTE, pienso que a pesar de estos esfuerzos, el campo de la investigación en educación matemática seguirá siendo eurocentrista y anglocentrista por un largo tiempo.

Mario Sánchez Aguilar

Ciudad de México, 15 de septiembre de 2022 🇲🇽

Referencias

Andrade-Molina, M., Montecino, A., & Aguilar, M. S. (2020). Beyond quality metrics: defying journal rankings as the philosopher’s stone of mathematics education research. Educational Studies in Mathematics, 103(3), 359–374. https://doi.org/10.1007/s10649-020-09932-9

Ernest, P. (2009). Mathematics education ideologies and globalization. En P. Ernest, B. Greer, & B. Sriraman (Eds.), Critical issues in mathematics education (pp. 67–110). Information Age Publishing.

Geiger, V., Delzoppo, C., & Straesser, R. (2022). Supporting English non-dominant language authors’ efforts to publish: perspectives from the editors-in-chief of highly recognised journals in Mathematics Education. Educational Studies in Mathematics, 111(3), 543–565. https://doi.org/10.1007/s10649-022-10174-0

Meaney, T. (2013). The privileging of English in mathematics education research, just a necessary evil? En M. Berger, K. Brodie, V. Frith, & K. le Roux (Eds.), Proceedings of the Seventh International Mathematics Education and Society Conference (pp. 65–84). Mathematics Education and Society; Hansa Print.

Phakeng, M. S. (2017). Visible and invisible diversity in academic publishing. For the Learning of Mathematics, 37(1), 19–20.

Wagner, D., Bakker, A., Meaney, T., Mesa, V., Prediger, S., & Van Dooren, W. (2020). What can we do against racism in mathematics education research? Educational Studies in Mathematics, 104(3), 299–311. https://doi.org/10.1007/s10649-020-09969-w

¿Importan las matemáticas y matemáticos educativos del futuro?

Esta es una pregunta fundamental. Si no importan, entonces no deberíamos preocuparnos por ellos y ellas. Enfoquémonos en nosotros mismos: en nuestro bienestar, en nuestros artículos, en nuestras ideas, en nuestras becas, en nuestra estabilidad laboral. ¡Al diablo con ellos y ellas!

Pero si sí importan, tomemos consciencia de que cada una de nuestras acciones e inacciones académicas tendrán repercusiones para los y las que vienen.

Yo pienso que sí importan y que hay trabajar para tratar de dejarles un mejor ambiente de desarrollo académico.

En el caso particular de México, habría que trabajar para dejarles posgrados consolidados donde puedan estudiar, revistas profesionales donde puedan publicar, espacios académicos donde puedan interactuar, pero sobre todo una comunidad de educadoras y educadores matemáticos más unida.

¡Larga vida a la educación matemática! ¡Los jóvenes son el futuro de nuestra disciplina!

Mario Sánchez Aguilar

Ciudad de México, 9 de septiembre de 2022

El correo electrónico

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Uno de mis problemas actuales es la falta de tiempo: tiempo para trabajar en las cosas que me gustan; tiempo para disfrutar la vida con las personas que quiero.

Desde hace ya unos meses he estado trabajando en mejorar esta situación. He tratado de practicar más el decir «no» a compromisos académicos; no he estado tomando nuevas direcciones de tesis; y estoy esperando con ansias dejar mi posición como Coordinador Académico del Programa de Matemática Educativa del CICATA Legaria. Tengo claro que estoy en una posición en la que debo ser muy selectivo respecto a cómo y con quién invierto mi tiempo académico y personal.

Sin embargo, un elemento de mi vida que está un tanto fuera de mi control y que consume parte de mi tiempo y mi paciencia es el correo electrónico. De hecho, siento que comienzo a odiarlo.

Sin contar el correo basura o spam, recibo un promedio de 50 correos diarios. Y los remitentes están esperando que los leas y les contestes… pronto. De hecho, hay personas que al ver que no les contestas en unas horas, te vuelven a enviar su correo insistiendo que les contestes —quizá sin saber que hay varias docenas de personas esperando lo mismo.

Desafortunadamente la gran mayoría de los correos que recibo son para asuntos de trabajo. En otras palabras, es estresante para mí abrir el correo cada día y ver cómo se va llenando mi bandeja de entrada con mensajes por contestar.

He intentado varias técnicas para lidiar con la carga de correos. Lo que más me ha funcionado hasta ahora es dedicar 60-90 minutos cada mañana a contestar correos, y quizá contestar otros tantos mientras estoy en reuniones que no requieren mi constante atención. Sin embargo, sin importar la técnica de administración de tiempo que empleé, contestar el correo electrónico es una actividad tediosa, casi siempre aburrida, y en ocasiones estresante.

Pero los correos no paran. Siguen llegando. Incluso podría proponer una tipología de los correos electrónicos que recibo:

UNA TIPOLOGÍA DE LOS CORREOS ELECTRÓNICOS QUE RECIBO

Los correos largos: si no se trata de un correo personal sino de trabajo, entonces estos son de los que más detesto. Pienso que la gente debe recurrir a su capacidad de síntesis al redactar correos con temas de trabajo. En lo personal yo solo «escaneo» los correos largos —nunca tengo ánimo para leerlos completos. Esto por supuesto puede ocasionar que a veces omita información que pudiera ser relevante.

Los correos intrusivos: quizá por la facilidad de redactarlos y enviarlos, la gente me envía correos de trabajo en momentos que no quiero recibirlos —¡y esperando que los conteste! Por ejemplo, en fin de semana, en vacaciones y días festivos, fuera del horario de oficina, etc. Mi consejo aquí para esos remitentes: dejen a la gente descansar, tener su vida privada, y no la hostiguen con correos electrónicos. Redacten su mensaje, pero guárdenlo como borrador —cuando llegue un momento más oportuno opriman el botón «enviar».

Los correos cc que no debería estar recibiendo: otra práctica que detesto es cuando te envían copia de un mensaje que no era necesario recibir. Un ejemplo clásico son aquellas personas que «responden a todos» un mensaje que fue dirigido a varios destinatarios, con respuestas irrelevantes o que no era necesario que recibieran todos. Me pongo rojo de coraje al saber que perdí tres segundos de mi vida en abrir y leer un correo que no debí haber recibido. Mi consejo para esos remitentes: antes de enviar su mensaje, piensen dos veces si es necesario oprimir el botón «responder a todos». Quizá sea suficiente con responder solo al remitente original.

Los correos apresurados: otro tipo detestable de correo, que por cierto es muy común en el trabajo cotidiano dentro de la institución educativa donde laboro. Me refiero a aquellos correos electrónicos en los que te solicitan que hagas algún trabajo (un reporte, un escrito, una constancia, etc.) pero debería estar listo «para ayer». Urge. Siempre me han parecido una falta de respeto a tu tiempo y a tu agenda de trabajo este tipo de correos. Como si los remitentes supusieran que debes dejar de lado tus compromisos adquiridos con anterioridad, por importantes que sean, para atender su correo electrónico. O quizá suponen que estás rascándote la panza en tu oficina esperando qué hacer con tu tiempo libre.

Los correos minucia: hay correos que cuando los abro y leo pienso: ¿es en serio? ¿en verdad tomaste este tiempo de mi vida para preguntarme esto por correo electrónico? Me refiero aquí a mensajes en los que se solicita información obvia o del dominio público. Por favor no envíen correos solicitando información que puede ser localizada invirtiendo dos minutos en el buscador de Google.

Los correos felices: no todos los correos electrónicos son portadores de trabajo por hacer, solicitudes, o malas noticias. También recibo correos felices, aunque en menor cantidad. Aquí me refiero a mensajes personales, a notificaciones de aceptación de artículos o proyectos, otorgamientos de becas, etc.

Dejo aquí mi tipología. Quizá los lectores puedan pensar en otros tipos de correos electrónicos que estoy olvidando incluir. Seguramente mis propios correos caen dentro de más de uno de los tipos presentados.

Pienso que incluso podría haber tipologías de otros tipos de mensajes y herramientas que median nuestra interacción personal y laboral —como el intrusivo WhatsApp—, pero dejaré eso para otra ocasión.

Mario Sánchez Aguilar

Ciudad de México, 22 de mayo 2022