¿Por qué tardamos en someter nuestros escritos a revistas internacionales?

 

Hace unas semanas platicaba con Uffe Thomas Jankvist sobre la actividad de publicar en revistas de investigación internacionales. Él me contaba que a los tres meses de haber iniciado sus estudios de doctorado comenzó a escribir su primer artículo para una revista internacional. Dicho artículo fue publicado en la prestigiosa revista Educational Studies in Mathematics antes de que él terminara sus estudios doctorales, y no fue el único artículo internacional que produjo en este periodo de su formación académica.

Yo conozco a varios matemáticos educativos mexicanos —y de más allá— que han tardado años (incluso lustros) después de haberse graduado, para someter un artículo a una revista internacional de educación matemática. Otros tantos nunca lo han intentado siquiera. ¿Por qué? ¿Por qué nos tardamos tanto en someter nuestro trabajo a las revistas internacionales?

Quizá antes de discutir el porqué nos tardamos tanto en someter artículos a revistas internacionales, deberíamos abordar el porqué deberíamos someter nuestro trabajo a ese tipo de revistas. Sin embargo, la situación para mí es bastante clara: primero, no es posible publicar en una revista internacional sin primero escribir y someter a evaluación tu manuscrito; y segundo, no se puede comparar el grado de difusión, visibilidad, proyección, influencia, experiencia, reto, reconocimiento, aprendizaje, regocijo, y autoconfianza que te proporciona el publicar en una revista internacional bien posicionada. Sin olvidar que probablemente sea una publicación bien recibida por la institución a la que perteneces —y si no tienes una institución, quizá podría ayudarte a encontrar una.

Si regresamos al punto del porqué nos tardamos tanto en someter artículos a revistas internacionales, pienso que debe haber una miríada de explicaciones, comenzando por la posibilidad de que exista un conjunto de educadores matemáticos los cuales simplemente no tengan interés, o no reciban motivación e incentivo para publicar su trabajo en revistas internacionales. Sin embargo, quiero creer que existe un grupo más nutrido de educadores matemáticos —supongo que varios de ellos son jóvenes investigadores— que les gustaría tener un artículo publicado en ese tipo de foros, pero que por una razón u otra, aún no han sometido su manuscrito.

No obstante, pienso que gran parte de la explicación del porqué nos tardamos tanto en someter a evaluación nuestro trabajo, es afectiva. Si pienso en mi propia experiencia, recuerdo que tenía varias inseguridades que me impedían someter mis manuscritos, como por ejemplo: mi falta de dominio del idioma inglés, la idea de que ese tipo de foros era sólo para personas consagradas o con grandes trayectorias de investigación, la falta de confianza en la calidad de mi propio trabajo, el miedo a que mi escrito fuera rechazado y la carga emocional que eso conlleva. Si lo pienso en retrospectiva, a excepción del inglés —lo cual solucioné consiguiendo a personas que me ayuden con eso—, las demás inseguridades me las imponía yo mismo. No intentaba publicar debido a barreras que yo mismo me franqueaba.

Si pienso ahora cómo salí de ese «hoyo», concluyo que la salida también fue afectiva. Recuerdo que mi primer intento de publicar internacionalmente fue motivado por cierta ira, por una profunda sensación de ninguneo hacia mi trabajo que experimenté en un evento académico en el puerto de Acapulco. Me había graduado recientemente de mi maestría. Ya desde entonces pensaba que, si aquí en México no les importaba mi trabajo, seguramente alguien lo apreciaría en el extranjero. Pero me equivocaba: recibí mi primer rechazo internacional de la revista estadunidense Mathematics Teacher.

Logré superar varias de mis inseguridades de publicación intentándolo e intentándolo, pero motivado por una especie de presión social que experimenté durante mis estudios de doctorado. Estaba en cercano contacto con profesores y estudiantes muy productivos y destacados en términos de publicaciones. Yo no quería quedarme atrás. Yo no quería ser el estudiante mexicano que escribió su tesis doctoral y se graduó, pero no produjo artículos.

Sé que las cosas están cambiando poco a poco, y que ahora es más temprano cuando los jóvenes investigadores someten sus propuestas a congresos y revistas internacionales —una práctica que probablemente está motivada por los lineamientos de graduación y promoción de las instituciones. También recibo con entusiasmo el «renacimiento» de algunos investigadores más experimentados que después de cierto tiempo de publicar regionalmente, han comenzado a publicar internacionalmente. Bien por ellos.

Mientras tanto, no dejemos de intentar publicar nuestras ideas en los espacios más reconocidos, ni dejemos de motivar a las nuevas generaciones de educadores matemáticos a que ellos lo intenten también. El miedo que se puede sentir por intentarlo y ser rechazado, no se compara con el gusto y el regocijo de ser publicado internacionalmente.

 

Mario Sánchez Aguilar
Ciudad de México, 10 de agosto de 2019