La conmemorativa

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Hace dos años llegué a Dinamarca. Es por eso que he decidido escribir esta reflexión conmemorativa.

Cuando me miro a mi mismo y me comparo con el Mario de hace dos años es evidente que he cambiado. He cambiado físicamente, pero sobre todo han cambiado las ideas, concepciones y creencias que guían y definen las acciones que realizo en diferentes aspectos de mi vida personal y profesional.

Aunque vine principalmente a aprender cómo se hace investigación en matemática educativa, Dinamarca me ha enseñado muchas cosas más sobre su cultura, su organización social y política, su historia, su lenguaje, su gente. Este proceso de aprendizaje sobre Dinamarca a detonado muchas reflexiones sobre mi propia cultura y mi persona. He logrado ver aspectos de mi cultura e ideología que aunque siempre estuvieron ahí, eran simplemente invisibles para mí. Me gustaría citar un ejemplo:

Una de las primeras cosas que me impresionaron cuando llegué a Copenhague fueron sus medios de transporte: muchas bicicletas, un metro sin chofer (operado por computadora), tren para conectar a la ciudad con sus alrededores. Sobre las bicicletas, recuerdo que me sorprendía que gente de todas las edades (niños, jóvenes, viejos) y aspectos usaran la bicicleta. Cito por ejemplo un extracto de un mail que envié en el año 2007 a familiares y amigos un día después de haber llegado a la ciudad:

“Mucha gente anda en bici (ya se me antojó): mamás con sus bebés, mujeres fashion vestidas con marca de diseñador (hasta con tacones y lente oscuro), jóvenes rebeldones, everybody”

Tengo un listado con ejemplos como el anterior. Es decir, situaciones de mi vida cotidiana en Dinamarca que han provocado reflexiones y aprendizajes en mí. Algunas veces repaso ese listado como ayuda para filosofar qué es una reflexión, qué efectos tiene en la persona que la experimenta, y cómo se podría producir una reflexión.

Cuando vuelvo a mirar el ejemplo recién citado me doy cuenta que las cosas que me sorprendieron sobre el uso de las bicicletas revela algunos aspectos de mis creencias y de mi cultura. Por ejemplo, que la gente bien vestida o que proyecta un status económico/social alto no debería transportarse en bicicleta. O que la gente de edad avanzada tampoco debería andar en bicicleta.

Así pues en este episodio de mi blog quiero decir que, a dos años de haber llegado a este país, puedo percibir cambios positivos en mi persona. También siento que he aprendido mucho.

Hace un par de días un querido amigo danés me preguntaba: “Sin contar el clima, dime algo que no te guste de Dinamarca y que no vayas a extrañar cuando regreses a México” Busqué y busqué en mis memorias y sólo pude encontrar un aspecto no agradable además del clima. Me gusta Dinamarca. El país ha sido muy generoso conmigo y con mi familia. Vi elsker Danmark!

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