Desde que llegué a México sólo he ido a mi lugar de trabajo dos o tres veces. Tengo licencia hasta finales de septiembre y he aprovechado ese tiempo para reinstalarme en mi país y atender tareas domésticas.
Las pocas veces que he ido a CICATA (mi lugar de trabajo) no han sido muy agradables. Como dice mi hermana, me han dejado un mal sabor de boca.
Hoy fue un día de esos. Yo tenía programada una cita con el director de mi institución. La reservé con dos semanas de anticipación. Sinceramente estaba emocionado porque quería informarle que ya estaba de regreso, y platicarle mis planes y proyectos dentro de la institución. Sentía que era una ocasión muy especial porque en 6 años que he trabajado ahí, nunca he tenido la oportunidad de tener una reunión personal con él. Me bañé y hasta un moñito me puse para la ocasión.
Uno de los proyectos que le quería compartir, es mi intención de crear un Instituto GeoGebra en México. Quería solicitarle su respaldo para echar a andar uno de estos institutos en nuestra institución y de esa manera tratar de acercar este software a los profesores y estudiantes de matemáticas mexicanos. Es digamos un proyecto filantrópico.
Esta es una idea que ya he discutido en un artículo que he sometido a evaluación a la revista Educación Matemática, y que también he expresado en el foro de discusión http://groups.google.com/group/geogebra-la con otros educadores matemáticos interesados en crear este tipo de institutos en México. Este es un extracto de una de mis últimas intervenciones en dicho foro de discusión:
“Como comenté en mi primer mensaje para esta lista de discusión, a mi me ‘movió el tapete’ cuando en su conferencia plenaria en Islandia Markus Hohenwarter mostró el mapa con la distribución de los Institutos GeoGebra en el mundo (ver figura 1). Es evidente que estamos en un rezago respecto a otras regiones del mundo, y como educador matemático mexicano, no pienso quedarme mirando y con los brazos cruzados ante esa situación. He sometido a evaluación un artículo a la revista Educación Matemática donde hago un llamado a los investigadores y educadores matemáticos en general a unirnos para combatir dicho rezago. También he tratado, a través de esta lista de discusión, de unirme a las personas interesadas en crear el IMG. Por eso siento un poco feo que las reacciones en este grupo sean tan escasas. Siento que el corazón se me apachurra cuando veo que ya hay un segundo Instituto GeoGebra en Brasil, mientras que nosotros no podemos hacer uno solo ¿qué nos sucede? ¿qué necesitamos para reaccionar?”
Figura 1. Distribución de los Institutos GeoGebra alrededor del mundo. La mayoría de los Institutos están localizados en Europa y Estados Unidos.
Me parece que la creación de Institutos GeoGebra en México es una necesidad que hay que atender y yo como educador matemático mexicano me siento responsable de esa labor. Debo contribuir a que eso se logre. Además, creo que el CICATA (mi lugar de trabajo) es un lugar idóneo para hospedar uno de esos Institutos: para empezarlo no se necesita invertir dinero, podemos utilizar la infraestructura que ya tenemos en la institución, y podríamos llegar a muchos profesores de México y América Latina. Sólo necesitaría la firma del director de mi institución para mandar la solicitud a Austria y así convertirnos en sede de uno de esos institutos.
Todas estas ideas e ilusiones estaban listas para ser presentadas al director. Hasta un escrito preparé para presentarle mi propuesta sintetizada y por escrito.
La cita era a las 11.00 de la mañana y llegué a tiempo. Un par de minutos después vi llegar al director y entrar a su oficina. Su secretario particular y otro funcionario entraron detrás de él. Enseguida salió su secretario y me pidió que esperara un momento. Yo estaba decidido a esperar parado pero el secretario insistió en que me sentara. Era una mala señal que no supe interpretar oportunamente.
Esperé diez minutos. Luego otros diez minutos. Media hora. Una hora. En total esperé dos horas y media y el director nunca me recibió. Lo que me pareció más grosero es que en esas dos horas y media no tuvo la atención de pedirle a su secretario que me comunicara que no me iba a poder atender. Entiendo que sea una persona ocupada, pero me parece inadmisible su comportamiento.
Una persona que conoce la cultura de esos funcionarios públicos me dijo que era normal su actitud. Me explicó que es la manera en que expresan su poder. Es la manera de comunicarte quién es el que manda ahí. “Es un sistema de castas” me explicó la persona. Ahora tengo claro que pertenezco al nivel más bajo de ese sistema, un nivel donde para hablar con el jefe hay que esperar….hasta que a él se le antoje.
Escribo esto para desahogarme, pero también para ilustrar como las ilusiones con las que llego a mi país topan con pared. Es como un portazo en la cara. Este encuentro (¿o desencuentro?) con mi país será el siguiente tema de mi blog. Estén pendientes….
Mario