Cuando en la escuela secundaria mi maestra de matemáticas nos hablaba de la aplicación de las matemáticas, ella nos explicaba cómo las matemáticas se utilizan en la edificación de grandes puentes, en la construcción y lanzamiento de cohetes espaciales, en el desarrollo de las telecomunicaciones. Estos ejemplos formaron en mí la idea de que las matemáticas y su aplicación conducían a la precisión, a la indefectibilidad, al progreso, al desarrollo tecnológico, al bienestar y la comodidad en nuestra vida diaria. Sin embargo, cuando comencé a estudiar las aplicaciones de las matemáticas en la sociedad (en la política, en el gobierno, en las empresas), encontré que las matemáticas y su aplicación no eran buenas por sí mismas. Descubrí que las matemáticas pueden servir para procurar el bien común, pero también pueden ser utilizadas para imponer intereses particulares sin importar el costo o la opinión de los demás. En este artículo quiero ilustrar esta idea a través de dos ejemplos que muestran la manera en que las matemáticas han sido utilizadas por empresarios mexicanos para satisfacer sus propios intereses.
El primer ejemplo se refiere a la aplicación de las matemáticas en el Teletón México (www.teleton.org.mx). El Teletón México es un evento que se transmite por radio y televisión, y que tiene el propósito de recaudar dinero para construir centros de rehabilitación destinados a niños con discapacidades físicas y mentales. En el año 2008 el reportero Carlos Loret de Mola reveló una interesante aplicación de las matemáticas dentro de dicho evento. En su artículo periodístico titulado “Lo que no se vio en el Teletón” (disponible en http://j.mp/gZcLd9), el reportero señala la existencia de una oficina en cuya puerta está colocado un cartel con la palabra “Cifra”. Dicha oficina alberga un grupo de científicos que trabajan de manera paralela a la transmisión del Teletón México. Lo interesante aquí es el trabajo que desarrollan estos científicos, el cual yo describiría como una cuantificación y manipulación de la voluntad altruista de los espectadores del Teletón. En su artículo, el periodista nos revela cómo estos científicos cuantifican y comparan los “efectos” (con “efectos” me refiero a las donaciones de dinero) que producen en los espectadores las lágrimas de una de las conductoras del evento o la presentación de un niño enfermo con esperanzas de recuperación. Así se refiere el reportero al rol que juega dicha oficina en el Teletón México:
“Ahí, el Teletón pierde sentimiento y gana rigor numérico: las lágrimas de Lucero se miden en pesos; los exhortos de Fernando El Chobi Landeros, en depósitos, y se puede establecer si la invitación a donar en favor de los niños con discapacidad hecha por Marco Antonio Regil atrajo más dinero en Nuevo León o en Oaxaca. Los milagros necesitan quién les haga la talacha. Para eso, el Teletón ha creado una estructura que mide todo en hojas de cálculo: cuánto se ha depositado por teléfono, cuánto en sucursales, cuánto por tarjeta de crédito o internet, cuánto por estado, cuánto en el extranjero y cómo se comparan esas cifras con años anteriores. […] Así, se pueden ir incorporando a la transmisión en vivo invitaciones focalizadas, basadas en datos, para promover los donativos ahí donde está floja la participación […] No es casualidad qué casos se presentan. Ni siquiera el horario en el que aparecen.”
¿Podemos considerar ética la implementación de un aparato matemático que sirve para obtener el dinero de las personas a través de la manipulación de sus sentimientos filantrópicos? Por supuesto que el dinero recolectado servirá para atender a niños mexicanos con limitaciones físicas, pero…¿acaso el fin justifica los medios?. Este es un ejemplo de cómo las matemáticas pueden ser utilizadas para servir a intereses particulares. Son aplicaciones de la matemáticas que ponen en tela de juicio los valores éticos y morales de los científicos que las aplican.
Un segundo ejemplo puede encontrarse en la reciente discusión sobre la venta de “comida chatarra” en las escuelas públicas de México. El 23 de agosto de 2010 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación (www.dof.gob.mx) los “lineamientos generales para el expendio o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de educación básica”. Dichos lineamientos son el producto de la presión ejercida al gobierno federal mexicano por organizaciones no gubernamentales y entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, los lineamientos fueron modificados justo antes de ser publicados.
Alejandro Calvillo, titular de la asociación civil “El Poder del Consumidor” (http://elpoderdelconsumidor.org), ha declarado en entrevistas a las revistas Proceso (www.proceso.com.mx, No. 1767) y AZ (www.revistaaz.com, No. 36) que los lineamientos originales proponían que los alimentos permitidos en las escuelas deberían tener un nivel máximo de densidad calórica la cual se mediría en kcal/100gr (kilocalorías por cada cien gramos). Este cociente es un muy efectivo indicador de la cantidad de calorías aportadas por un determinado volumen de alimento. Sin embargo, de acuerdo a Alejandro Calvillo, la industria alimentaria se opuso radicalmente al uso del criterio de la densidad calórica porque al aplicarlo casi ninguno de sus productos sería permitido en las escuelas. El titular del Poder del Consumidor argumenta que por presión de las empresas esta unidad de medición fue modificada. Así, en la versión de los lineamientos publicada en el Diario Oficial de la Federación, ya no se utiliza el cociente kcal/100gr sino simplemente un número máximo de kilocalorías (kcal) por cada producto alimenticio. Pero…¿qué consecuencias prácticas tiene el haber eliminado el denominador (los 100gr) del cociente originalmente propuesto como unidad de medición? La respuesta es alarmante: los empresarios de la industria alimenticia podrán seguir vendiendo en las escuelas productos con una alta densidad calórica, pero en empaques más pequeños. Esta modificación en la forma de medición del contenido calórico de los alimentos permitirá que los empresarios de la industria alimenticia satisfagan los lineamientos establecidos por el gobierno, pero claramente no impedirá que los niños tengan acceso al consumo de grandes cantidades de calorías. Es una medida que contribuirá al desarrollo de la obesidad en las niñas y niños mexicanos.
Al ver estos ejemplos de la aplicación de las matemáticas confirmo que las matemáticas y su aplicación no son buenas por sí mismas. Depende de quién y para qué las apliquen. Creo que sería relevante mostrar a los futuros ingenieros, matemáticos, economistas y otros profesionales que aplicarán las matemáticas en nuestra sociedad, que las matemáticas y su aplicación no son neutrales. Que su aplicación está estrechamente relacionada con valores éticos y morales. Considero que una educación matemática con estas características contribuiría al desarrollo y mantenimiento de una sociedad más justa.
Mario Sánchez Aguilar
Hola Mario:
Agradezco compartas este análisis acerca de la aplicación de las matemáticas. Comparto tu opinión en que demos a conocer desde nuestra postura de educadores las aplicaciones ambiguas de las matemáticas y no solo de lo que únicamente estamos acostumbrados a «ver»; las matemáticas para el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Creo que estos enfoques que das a conocer de las aplicaciones de las matemáticas ayudan a despertar la conciencia y a despejar la enajenación. Saludos. Claudia Liévano